Un pionero del brutalismo

Un pionero del brutalismo

Casi desconocido para el público en general, y  muchas veces olvidado por el especializado, vino hoy a mi memoria la figura de Auguste Perret. En realidad lo que recordé fue su proyecto de 1905: el “Garage Ponthieu”. No se si fue la nostalgia por las clases de Gazaneo o tal vez, por que un cliente me envió un artículo muy interesante aparecido en The Economist: Parkageddon, How not to create traffic jams, pollution and urban sprawl.

En cualquier caso me acordé del edificio, diseñado y construído por este francés, aunque nacido en Bélgica, que abandó sus estudios de arquitectura de la École des Beaux-Arts de Paris a los 23 años antes de grauarse y comenzar a trabajar en la empresa familiar especializada en el hormigón armado. El Garage Ponthieu debe su nombre a la calle en la que se encontraba; pero cuidado, que si el derrotero llevara a un curioso hacia el número 51 de la rue Ponthieu en París no verá signo alguno del pionero edificio diseñado por Perret.

El arquitecto pionero en el uso de materiales destinado a la industria en el uso residencial fue además el precursor del estacionamiento automatizado, con puentes que conectaban las dos zonas laterales y podían desplazarse a lo largo de la planta.  El funcionamiento hoy parece bastante elemental, pero en su momento fue revolucionario el enfoque que proponía que además de demostrar el entusiasmo por las máquinas producía una espacialidad más que interesante para un programa que se adivinaba como uno de los problemas del futuro.

Planta del Garage Ponthieu de Perret

El vehículo entraba y recorría la planta hasta el quiebre en donde, a través de una plataforma giratoria, se accedía al ascenor que llevaba el auto hasta el piso correspondiente y allí el auto ingresaba a unas plataformas, similares a un puente grúa, que se desplazaban hasta la posición donde el vehículo debía ser estacionado.

Doble altura y puentes móviles del Garage Ponthieu de Perret

La propuesta se completa maximizando la iluminación natural a través de un techo acristalado sobre la doble altura central que además se eleva para permitir la ventilación natural. La fachada exhibe al exterior lo que sucede en el interior y realmente Ponthieu, puede bien ser considerado el primer edificio que muestra plenamente la estructura de hormigón con vigas y columnas y que además hace gala de esto mostrándola con impudicia tanto en el interior como en el exterior.

Perret muestra en este edificio una claridad de la que muchos hemos abrevado y aunque el edificio haya desaparecido el compromiso con el espíritu de una época que estaba empezando aún nos inspira.

 

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